Antes de la tragedia
A cuatro horas al norte de Lima se encuentra una playa casi virgen llamada "El Milagro".
Para llegar a este lugar se debe tener a una persona conocedora del camino, debido a que es una trocha larga y sin señales de tránsito.
Los veranos de mi niñez solía viajar con mi abuela materna y disfrutar de la naturaleza durante tres meses. Y como toda niña, la curiosidad era uno de mis motores. Descubrí, con un grupo de primos, que estábamos rodeados de casas abandonadas, no digo embrujadas porque no sabíamos si lo eran, pero abandonadas sin duda.
Una noche decidimos aventurarnos un poco más y fuimos con linternas a caminar cerca del mar. Las noches siempre eran frías y húmedas, por lo que estábamos bastante cubiertos.
Caminamos en silencio, tratando de expandir nuestras pupilas para no perder de vista nada. Nos quedamos parados frente a una de las casa abandonadas y entramos.
Un par de valientes subieron las escaleras al segundo piso y bajaron gritando "¡Hay sangre en la pared!". El ambiente de las casas abandonadas de noche era más abrumador o al menos esa noche lo fue cuando una bandada de murciélagos salió volando de uno de los cuartos al igual que nosotros.
Esa noche el grupo se dividió, algunos convencidos de que no había nada más que ver se regresaban a la casa y otros valientes se dirigieron con sus linternas a la plaza central.
Al llegar a la plaza quisimos olvidar un poco la curiosidad paranormal y empezamos a cantar y hablar de otros temas. Habría transcurrido al menos media hora cuando una de mis primas creyó haber visto a alguien que caminaba a la orilla del mar. Tratamos de iluminar con la linterna, pensamos que podría haber sido algún primo menor perdido, pero no veíamos nada. Dejamos de iluminar el camino y algunos minutos más tarde escuchamos un cantar extraño, esta vez todos veíamos la silueta blanca que caminaba en dirección a nosotros.
Corrimos como si de eso dependiera nuestra vida. Entramos en pánico nos dimos cuenta al llegar a casa de que una prima se había quedado en shock y no había corrido con nosotros.
Un par de adultos fueron a buscarla y si bien la trajeron viva de vuelta, tenía toda la ropa rasgada y lloraba sin parar. Jamás volvió a hablar de la de blanco.
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